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[Historia de personaje] Canción Triste para un Asteroide

Vandred

Nuevo ciudadano
Ciudadano
Canción triste para un asteroide.


El continuo traqueteo de la nave sobre un fondo silencioso e infinito había acabado por sumir a Ashley en una especie de trance, un estado en el que el familiar sonido de la Herald cruzando el cosmos la invitaba a la reflexión y a la calma. Pero justo ahora se producía un cambio en la intensidad de los propulsores que le sacó de su ensimismamiento. Estaban llegando a su destino.
Mientras se incorporaba de la litera se dió cuenta de que aún sostenía en la mano el pad de información que había estado consultando durante todo el trayecto. Desplegado sobre este podía leerse con caracteres holográficos el enigmático mensaje que le había llevado a embarcarse en esta misión hacía ya dos semanas y muchas horas de investigación:

“Conozco detalles sobre la muerte de Renik Miller que le interesarán. Adjunto las coordenadas y momento del encuentro. Acuda sola.
Vandred.”


El nombre de Renik Miller debería haber sido desconocido para ella, como para la inmensa mayoría del verso. La primera vez que lo escuchó fue hace cuatro años, y desde entonces no había podido olvidarlo ¿cómo iba a hacerlo? ese mismo nombre fue el que desencadenó toda la serie de sucesos que le hicieron perder su primer empleo. Por aquel entonces tenía veintitrés años, estaba llena de energía y se encontraba al inicio de una prometedora carrera en un prestigioso medio de comunicación. Recordaba haber cubierto el reportaje de la muerte de Miller sin que hubiera absolutamente ninguna otra repercusión en los medios, ni siquiera en los del mismo sistema donde se produjo el incidente. Le resultó extraño que tras pagarse los gastos para documentar la noticia se le denegase expresamente publicarla bajo la premisa de carecer de interés mediático. Sí, Renik Miller parecía ser solo un contrabandista, y sí, continuamente acaecían desastres de mayor envergadura en toda la galaxia, ¿pero quién era ella para censurar esa información? Ese tipo de actos no fueron los que le habían llevado a estudiar su profesión, de modo que decidió colar por su cuenta y riesgo un pequeño apartado al informativo con aquella noticia.
Si no hubiese cometido aquel imprudente acto probablemente seguiría conservando su puesto y sueldo. Pero afortunadamente para ella no fue así, ya que poco después de ser despedida recibió una oferta que no pudo rechazar. A decir verdad, en aquel momento había pocas ofertas que se hubiese permitido rechazar, pero no era eso de lo que se trataba, ya que de golpe y porrazo su trabajo se volvió más emocionante de lo que nunca había podido imaginar. Una organización de transparencia le ofreció la posibilidad de investigar los casos que algunos reconocidos medios informativos decidían omitir en beneficio de sus patrocinadores. Navegar entre datos y testimonios para sacar a la luz casos de corrupción de grandes corporaciones y gobiernos se convirtió en algo cotidiano. Periodismo de investigación y escasa remuneración lo llamaba, pero sentía que había nacido para esto.
En alguna ocasión volvió a revisar la noticia que le había conducido hasta su actual trabajo, pero no logró encontrar ninguna conexión adicional que sirviese para comprender mejor la muerte de Renik. El expediente de aquel suceso quedó archivado entre otra ingente cantidad de datos digitales, y tuvo que aceptar a regañadientes que precisamente el caso que había cambiado su modo de vida resultó ser el de menor importancia mediática, sin más trascendencia que la esquela de un anónimo en el informativo.

De modo que no pudo evitar que una sombra de inquietud nublara su ánimo, cuando ahora, cuatro años más tarde, ese nombre volvía a aparecer en su vida exigiendo su atención.

Caminó hasta el cristal de la carlinga para tener una panorámica del exterior, donde el otro tripulante de la Drake Herald manipulaba los controles para orientar la nave hacia la entrada del hangar, poco más que una oscura boca señalizada por dos balizas intermitentes en la cara de un asteroide.
- Este es un lugar para delincuentes… él es un delincuente… - Ashley observó a Flint con atención, ya que no era la primera vez que su piloto lo mencionaba. Se trataba del nuevo fichaje de la compañía, un joven piloto que ya había atesorado en su expediente sus primeras cien horas de vuelo mercantil, pero que nunca se había visto expuesto a este tipo de situaciones. Ashley dudó, y no por primera vez, si la inexperiencia de su piloto en este tipo de entornos podía poner en peligro el trabajo... Flint se refería por supuesto a la información que conocían sobre Vandred, el confidente.

Desde un primer momento supuso que “Vandred” tan solo era un pseudónimo, una palabra que servía a alguien de máscara con la que proteger su identidad. Debido a la naturaleza persistente de la red de redes quedaría enredada en el espacio y el tiempo, coexistiendo con otra ingente cantidad de datos digitales semejantes que convertiría la tarea de desvelar la identidad de quien se resguardaba tras ella en una tarea titánica, o, más probablemente, en un reto completamente fuera de su alcance, de modo que descartó rápidamente esa posibilidad y decidió explorar otras alternativas…
Sin demasiada esperanza solicitó que los técnicos forenses echaran un vistazo al mensaje electrónico en el que había sido citada, por si podían encontrar alguna pista. Y sorprendemente hubo premio. Tras desencriptar los metadatos sus colegas no dieron crédito a la extraña anomalía que encontraron. Por explicarlo de forma sencilla: prácticamente la totalidad de los mensajes que viajan por la red son fragmentados en paquetes más pequeños para facilitar el envío y son lanzados inmediatamente por toda la galaxia a través de los relés de comunicaciones hasta su destino, donde se vuelven a ensamblar para reconstruir su información original. La particularidad residía en que los fragmentos de este mensaje habían sido enviados en algunos casos con una diferencia horaria de más de 46 horas y desde distintas coordenadas de la galaxia; desde Vega hasta Helios, pasando por otros tres sistemas diferentes. Estos paquetes se almacenaron en un relé de comunicaciones privado hasta que el mensaje estuvo completo (218 horas más tarde desde la recepción del primer paquete de información) y le fuera entregado por vía segura.
Su primera hipótesis fue que, de alguna manera, varios individuos compinchados desde distintos sistemas habían enviado los fragmentos del mensaje para dificultar su rastro. Sin embargo resultó ser justo lo contrario. Tras muchísimas dosis de cafeína cotejando la hora y los puntos de la galaxia desde los que habían sido enviados los fragmentos del mensaje, encontró el verdadero sentido que subyacía en ellos. Los puntos revelaban una ruta de navegación entre sistemas que coincidía con el rumbo elegido por un conjunto de naves que durante los últimos años estaba levantando mucha controversia en los informativos y que comúnmente se les denominaba “La Flota Nómada”.
Si se cree a pies juntillas la versión oficial de la UEE, ésta caravana nómada no es más que un grupo de delincuentes que sin bandera ni puerto viajan por los sistemas ofreciendo cobijo a todos aquellos de su ralea. Sin embargo, otras versiones identifican a la flota como un punto neutral en mitad del cosmos al que cualquier activista o refugiado puede entregarse en busca de asilo, tanto si es perseguido por piratas como por la misma UEE. Tal y como sucede en este tipo de casos, la historia y el mito se funden en la red para crear una insoluble maraña de medias verdades muy difícil de desvelar. Por algún lugar se rumorea que muchos de sus integrantes han tenido (o tienen) problemas con la ley, y que el principal método que usa la Flota Nómada para autoabastecerse es el del tráfico de mercancía de contrabando y el reciclaje espacial.

Por experiencia sabía que no podía conceder verdadera importancia a todos aquellos rumores, y que lo mejor que podía hacer cualquier periodista de investigación es no dar nada por sentado pero estar preparada para todo, de modo que realizó algunas averiguaciones más objetivas y decidió buscar en otro tipo de registros oficiales. Fue de esa forma como conoció algo más acerca de la Flota Nómada.
Tirando de contactos que habían tenido relación con esta flotilla y cobrando algunos favores por fin pudo obtener una referencia más o menos cercana de la identidad de Vandred: gozaba del “honor” de ser uno de los fundadores de ese grupo de forajidos.

- Tu quédate a bordo, no quiero que la nave quede sin vigilancia mientras estoy reunida en esta roca desolada. - La roca en cuestión se trataba de E11yf4in, un asteroide alejado de cualquier ruta comercial, donde en la antigüedad se construyó una plataforma de repostaje cuando el sector atraía a mineros de toda la galaxia para lucrarse en las prospecciones del cinturón local. Pero ahora, agotados ya todos los recursos, se había convertido en un lugar apartado del tráfico general, frecuentado por fugitivos que querían pasar desapercibidos.

- ¿Y dejarte bajar ahí sola con ese tipo? No puedo hacer eso -. Ashley se dio cuenta de que lo dijo sin demasiado convicción, por cumplir.
- No es la primera vez que trato con gente de su calaña, además este es diferente, ya has leído la documentación, los únicos delitos con los que se asocia a su organización son por contrabando y resistencia a la autoridad. Además, se rumorea que tiene reputación de ser buen anfitrión, no va arruinarla pegándole un tiro a una reportera.
- Se te olvidan los casos de extorsión y asesinato…
- Hay rumores y RUMORES, ¿ahora vamos a confiar en todos los que circulan por el verso? -
La Herald desplegó las patas de aterrizaje y se posó con delicadeza sobre la cubierta, haciendo compañía a la única otra nave visible en todas las bahías de aterrizaje cercanas: una Cutlass, blanca y negra, con distintas modificaciones que la alejaban del modelo original.
- No sé como lo ha hecho, pero ha sido todo un detalle que haya despejado todo el puerto para nuestra reunión-. Intentó que su repentina incertidumbre no le restase confianza a sus palabras.
- Para no dejar testigos… - Ashely le dirigió una mirada impertinente, casi furiosa. Lo último que necesitaba era esa clase de ánimos.
- No vamos a darnos la vuelta después de atravesar tres sistemas… Si no vuelvo en dos horas envía un mensaje de emergencia y espera en el punto de salto más cercano-. Antes de darle tiempo a que su piloto pudiese contestar de nuevo, Ashley abandonó la seguridad de su nave para atravesar las puertas de descompresión del hangar.

Mientras recorría las instalaciones hasta el punto de encuentro, recopiló mentalmente todo lo que conocía acerca de Renik Miller para mantener su mente ocupada en algo útil. Sabía que prestó servicio militar en la División 461 de Nyx como agregado en mecánica durante tres años, en los cuales tuvo varios problemas por insubordinación que casi le llevan a ser juzgado por un consejo de guerra junto con otro camarada del mismo cuerpo: John Kalt. Al parecer la guinda llegó cuando en una ocasión se negaron a obedecer órdenes mientras estaban de servicio. Ambos fueron expulsados y despojados de sus galones bajo un inusual mutismo.
Aunque ese fue el fin de sus respectivas carreras militares, por lo que pudo saber también se convirtió en el inicio de una nueva etapa, ya que John y Renik se asociaron para lucrarse en el transporte de bienes de contrabando, y se rumoreaba que también habían ayudado a personas que necesitaban entrar o cruzar “discretamente” algunos sistemas. Durante los próximos años ganaron en ciertos puertos reputación como pilotos audaces, aunque fuera de ellos, en la profunda oscuridad del espacio, eran como fantasmas: cambiaron de nave más de una docena de veces en tres años y camuflaban sus firmas de vuelo para pasar desapercibidos entre piratas y autoridades. Una precaución necesaria para su profesión, pero insuficiente, porque al final, como siempre sucede en estos casos, algo acaba saliendo mal ...
Encontraron la freelancer de los contrabandistas hecha pedazos, flotando en un cúmulo de asteroides. Pudieron recuperar el cuerpo de Renik, atrapado en un amasijo de metales. El examen del cuerpo identificó los dos agujeros de bala de su cuerpo como la causa de la muerte, que  precedieron al siniestro de la nave. Aquella revelación también implicaba que John pasaba a ser el primer y único sospechoso del asesinato, si es que no flotaba a la deriva en la inmensidad del cosmos, ya que a pesar de todos sus esfuerzos nunca encontró información que lograse ubicar a Kalt en la tierra de los vivos desde el incidente. Para colmo de interrogantes ni siquiera era concluyente que Kalt se hubiese encontrado a bordo durante esa travesía.

Recorriendo un pasillo angosto y pobremente iluminado, le asaltó, y no por primera vez, la idea de que un muerto cargando con otro solía ser la mejor manera de atar cabos sueltos. Otra cosa era quién y porqué haría tal cosa. Eso se le escapaba.

Antes de archivar definitivamente el caso encontró una nueva pista que alimentó durante algún tiempo la esperanza de desvelar más información. Mientras hacía pesquisas en el puerto de Asura en busca de más detalles sobre John Kalt, un comerciante puso en su conocimiento la existencia de un tercer tripulante durante los meses previos al incidente. Su contacto la describió como una mujer joven y atractiva, con carácter, de las que no se dejaban intimidar con facilidad. Según dijo literalmente: “disponía de las maneras prácticas y efectivas de quien se ha criado en las calles, sin más recursos que su ingenio.” El tipo admitió que no sabía mucho más de la chica, aunque le bastó una conversación con los contrabandistas para saber que no llevaban mucho tiempo conociéndola.

Buscó durante algún tiempo a Kerina, pero tras algunas semanas siguiéndole el rastro le perdió la pista en Nexus, donde desapareció meses después del incidente de los contrabandistas. Al parecer la chica desairó al cabecilla de un grupo de piratas local tras una apuesta y fue arrastrada como prisionera cuando se marcharon.

No hubo forma de encontrar la causa ni la relación entre esta mujer y los contrabandistas, por lo que su investigación volvió a quedar en punto muerto, suponiendo el fin de la misma. Hasta ahora.
El mensaje de Vandred hacía suponer que debió de existir alguna conexión entre La Flota Nómada y los contrabandistas, probablemente una asociación profesional, pero tampoco tenía para respaldarlo nada más sólido que su propia intuición.

Con aire ausente contempló las puertas hasta las que finalmente le habían guiado sus pasos. Sobre estas, en un letrero luminiscente al que le faltaban varias luces podía leerse el peculiar nombre de la cantina: “Hacia ninguna parte”. Se retiró el casco para hacer tiempo antes de reunir el valor suficiente para dar el siguiente paso, el decisivo.
No era miedo, era la incertidumbre de estar a punto de conocer una historia en la que ella, quisiera o no, se había visto enredada de una forma, creía, completamente fortuita.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, un movimiento casi involuntario la empujó hacia adelante y las puertas se abrieron.

El interior era lúgubre y hasta sus oídos llegaba el hilillo de voz del comentarista que retransmitía en la emisora de radio sintonizada. Las mesas situadas a cierta distancia las unas de las otras, ahora desiertas, sugerían que la clientela habitual no deseaba tener demasiado contacto entre sí. Flotaba una atmósfera viciada por culpa del sistema de ventilación. Si no fuera por el hombre corpulento de pelo canoso que situado junto a la barra escuchaba la radio, le habría parecido un lugar completamente deshabitado.
Sin ninguna prisa, aquel hombre que le daba la espalda giró la cabeza para observarla un momento, y tras la cascada de pelo grisáceo y descuidado descubrió que dirigía su mirada hacia el otro extremo de la cantina, invitándole a que reparase en otro individuo que hasta ese momento le había pasado inadvertido. El otro tipo se encontraba sentado junto a una de las mesas mientras la observaba tras la cortina de humo que emanaba de entre sus dedos. A pesar de no haberlo visto nunca no tuvo ninguna duda, ese debía de ser Vandred.

Se aproximó sin prisa ni vacilación, enfrentando la mirada de aquel hombre, que acodado sobre la mesa estudiaba cada uno de sus pasos.

No dijo nada. Cuando se detuvo frente a él este se levantó sin despegar los ojos de los suyos, y con un gesto le ofreció la única otra silla arrimada a la mesa, frente a la suya. Vio en su cara unos ojos claros, tristes, surcados de algunas arrugas prematuras bajo unas cejas pobladas. Percibía cierto abandono, como en la mayoría de forajidos y mercenarios con los que se había cruzado, aunque sin la notable arrogancia que se les leía en la mirada. Juzgó que estaría más cerca de los cuarenta que de los treinta años.
Cuando ella tomó asiento Vandred la imitó, aunque antes se desprendió de la vieja cazadora de piloto. Quizás quería que supiera que no escondía ningún arma bajo ella.

- Me alegro de que haya respetado nuestro acuerdo. -Dijo el tipo tras un instante de silencio, en el que el único sonido que llegaba hasta sus oídos era el de la publicidad de la emisora sintonizada, y que en ese momento el segundo hombre dió volumen con la intención de aislarse de aquella conversación.
- También yo tengo una reputación que mantener.

Acabó de una sustanciosa calada el delgado puro que fumaba para apagarlo con violencia en el cenicero. De forma mecánica sacó la pitillera y ofreció uno a Ashley, que lo rechazó con un ligero ademán.

- Como le dije: Renik Miller fue asesinado. - Estaba guardando la pitillera tras haber extraído un cigarrillo y echárselo a los labios.
- Eso es lo que parece. Dos balas son un gasto innecesario cuando alguien desea quitarse la vida en la travesía de su propia nave.- Lo dijo por decir algo, ligeramente sorprendida por la rapidez con la que había abordado el tema.

Prendió el puro con un antiguo encendedor de los que aún funcionaban con mecha y combustible. Una pieza exótica y anticuada, que únicamente pasaría desapercibida en un museo de la Tierra.

- Esa es la versión oficial.- Dijo tras una pausada inhalación de humo -. Y apunta como culpable al hombre que por aquel entonces debió ser su socio: John Kalt, excombatiente de la División 461 de Nyx. Por su rostro intuyo que ese nombre ya le suena. ¿No? -
Ashley asintió. - Por lo que a mí respecta pudieron existir decenas de motivos por los que John acabó con la vida de Renik: dinero, seguridad, discrepancias u orgullo ¿quién sabe? Cuando se tiene por norma transgredir la ley debe resultar mucho más fácil volver a hacerlo… y de forma más violenta -. Ashley se percató en como Vandred entornaba la mirada tras el velo de humo, analizándola, después torció el gesto en un amago de sonrisa.
- Y sin embargo aquí está. Esperando quizás una confesión oscura que le ayude a ensamblar ese pequeño rompecabezas…  Siento desilusionarla, pero para resolver este puzle debe empezar por conseguir las piezas correctas. Yo le daré algunas de ellas, pero para ello debe abandonar la idea de que lo único que intento es confundirla. Al fin y al cabo, me estoy jugando la vida en este momento … - esbozó el mismo amago de sonrisa, o quizás una mueca de dolor - o al menos gran parte de ella. Y el tiempo del que disponemos es limitado.
- No se imagina la cantidad de veces que he escuchado algo parecido. Pero lo intentaré. -

- Debo advertirle de que conocer esta historia puede ponerla en peligro. Y que bajo ningún concepto nadie debe saber lo que estoy a punto de contarle hasta que tenga las pruebas suficientes para presentarlas ante el público-. Ashley no pudo evitar lanzar una mirada recelosa al tercer individuo de la cantina, que aún seguía sentado junto a la barra, escuchando las noticias de la emisora.
- No debe preocuparse por él - el tipo parecía concentrado en el noticiario, tan ajeno a la conversación como de su mención en ella. Vandred dudó si añadir algo más. - Está de nuestra parte.

Se dió cuenta de que Vandred aún esperaba algún tipo de respuesta por su parte, así que asintió levemente - por supuesto - y él empezó con su relato.

- Lo primero que quizás se haya preguntado es por qué alguien que se crió en los suburbios de Delamar, rodeado de fuertes corrientes políticas contrarias a la UEE decidió alistarse en el ejército. Podría decirse que fueron un conjunto de fuerzas las que lo empujaron en esa dirección, pero lo cierto es que una de ellas fue la decisiva: Renik tenía problemas con la ley. Lo que ocurre es que esa ley quizás no sea la que se imagina... En determinados sectores de la población la ley la aplica el más fuerte, y en algunas ocasiones de forma brutal. - Ashley frunció ligeramente el ceño, intentando averiguar si se trataba de una bravuconería de contrabandista, o si realmente estaba cuestionando su experiencia. - Estoy al tanto de las mafias que operan en los bajos fondos de Delamar. Por desgracia. - Asintió pausadamente mientras sacudía el cigarro en el cenicero.
- El servicio militar fue para él la salida que lo alejó de aquellos problemas. No fue la única que contempló, pero decidió que si era la que mayores garantías a largo plazo le ofrecía. Es improbable que haya tenido acceso al expediente militar de Renik, pero aún así estoy convencido de que ya conoce algunos detalles de su paso por el ejército …
- Algunos. Aunque no estoy segura de tener una información tan privilegiada como la suya. Sé que su carrera quedó truncada tras su ascenso a cabo porque ninguno de sus superiores confiaba demasiado en él… Algo que no se les puede reprochar si, según mis fuentes, tuvieron que reñir en alguna ocasión con su carácter insurgente-. El otro asintió pausadamente, como si fuese una historia que ya conociese. - Sin embargo, por lo que yo sé, no fue Renik quien llevó ese virus a su división, si no otro soldado, John Kalt, su futuro socio. Imagino que ese fue el catalizador que llevó a Renik y al propio John ante un consejo de guerra. ¿Van por ahí los tiros?
- Más o menos. La versión oficial es que Miller y Kalt decidieron no acatar las orden emitidas directamente desde la comandancia mientras se encontraban de servicio en Delamar.
- ¿Qué orden? -
Vandred pareció dudar ante la repentina pregunta.- Antes de ir a ese punto, creo que debería conocer la otra parte de la historia. La importante. Le ayudará a entender el resto. - Hurgó en su cazadora y extrajo de uno de sus bolsillos un diminuto pad de datos que interpuso entre él y Ashley, y que mantuvo entre sus dedos mientras debatía internamente lo que agregar a continuación.
- Sé que los mitos de la dinastía Messer siguen alimentando incluso hoy en día la carrera de vendedores de humo y contadores de historias. Y entendería su reticencia a pensar que el tema que nos concierne está relacionado con eso, por eso todo lo que estoy a punto de relatarle puede contrastarlo con la información almacenada en este pad de datos -. Liberó el objeto de su posesión y pegó la espalda a su asiento. - Además de información de dominio público podrá encontrar alguna información confidencial, así que ya se imagina lo que sucedería si la detienen con esto. Debo insistir en que una vez estudie toda la información la destruya sin dejar rastro y busque otras fuentes con la que poder contrastarla-.

Ashley tardó algún tiempo en levantar la vista de aquel pequeño objeto, mientras reprimía la tentación de conjurar todas las preguntas que se agolpaban en su mente en aquel momento. Sin embargo Vandred no le concedió demasiado tiempo para poner a prueba su voluntad antes de comenzar a hablar de nuevo:

- Todo comenzó como suelen empezar este tipo de cosas, cuando una mano invisible coloca las piezas en el tablero, y que a menudo, a falta de una palabra mejor, solemos llamar azar. De servicio, durante un mantenimiento rutinario Renik encontró a un polizón viajando en secreto en la bodega de un carguero S-Gemini que regresaba de entregar suministros en algún lugar de Helios. Se trataba de un hombre joven, a quien Miller no había visto nunca y que parecía delirar. Se encontraba descalzo, y su atuendo estaba rasgado y oscurecido por la suciedad, fruto de ha saber qué penurias. Cuando Renik le pidió que se identificara, este se derrumbó entre lágrimas rogando una muerte piadosa antes que volver a su celda. Según palabras del propio Miller, el joven estalló en un fuerte dolor de cabeza justo cuando al verse sin salida hizo el amago de lanzarse contra él. El joven cayó de espaldas gritando mientras se sujetaba la cabeza con ambas manos, presa de un dolor atroz. Fue entonces cuando los gritos alertaron a otros compañeros de servicio y el individuo detenido.
Todos aquellos que tuvieron el más leve contacto con el polizón fueron sometidos a un inusual interrogatorio en el que finalmente se les ordenó absoluta confidencialidad sobre lo sucedido, sin ninguna explicación. Un desenlace nada habitual en las rutinas de la vida militar.
Durante algún tiempo eso fue todo. El extraño suceso no trascendió y Miller no volvió a tener noticias sobre el individuo de la S-Gemini, aunque no por ello consiguió quitárselo de la cabeza. Desobedeciendo el hermetismo que le habían obligado a guardar, decidió ponerlo en conocimiento de la única otra persona a quien podía confiar un asunto así: John Kalt. Con prudencia realizaron algunas averiguaciones infructuosas, en las que solo consiguieron esclarecer el sistema de origen desde el que se inició la travesía el carguero gracias a unos registros de bitácora incompletos, que sólo consiguieron ensombrecer aún más el suceso.
El 27 de mayo de 2941, tres meses después de aquel extraño suceso, aconteció la amenaza de bomba en el puerto de Delamar -


- Lo recuerdo, fue la ocasión en que el ministro realizó aquella visita con la que pretendía suavizar la tensión con los grupos separatistas ¿Cual fue el nombre de la organización responsable ... ? Cerberus - dijo respondiéndose a sí misma - recuerdo que intentaron sabotear las instalaciones de reciclaje de oxígeno del puerto poniendo una bomba. O bueno, eso es lo que se difundió.
- Un acto que habría roto con el modus operandi de la organización, dada la cantidad de vidas inocentes que había en juego…
- Nadie cercano al conflicto creyó que Cerberus se hubiese involucrado en aquel acto, es un grupo violento, pero no comprometería a su propia gente. Eso hace muy mala publicidad. Sin embargo los medios se esforzaron para que la noticia fuera de Nyx resultase creíble. Pero no entiendo ¿acaso todo esto guarda algún tipo de relación con nuestra historia? - Vandred asintió.
- Tan relacionado que no habría nada que contar si esta parte no se hubiese producido… Renik y John se encontraban allí, aquel día. Identificaron un fallo en el cinturón de seguridad que acordonaba el perímetro cuando descubrieron a un individuo abandonando un conducto de ventilación. El hombre intentó huir en el mismo momento en que se le dió el alto, y aunque Kalt intentó abrir fuego, Renik se lo impidió por una buena razón: había reconocido al sospechoso, era el mismo rostro del tipo que halló entre la bodega de cierto carguero algunos meses antes.
Desobedeciendo las instrucciones que recibían por el comunicador, abandonaron su posición e intentaron detener al intruso. Con gran esfuerzo lograron acorralarlo y exigieron su rendición, pero antes de que pudieran hacer nada el individuo sacó un arma con la que se voló la cabeza. Y fin de la historia.
Como ya sabes los artificieros desactivaron la bomba e inculparon del acto terrorista a Cerberus, utilizando como móvil el pasado subversivo del individuo que fue abatido en uno de los corredores de la estación y que había permanecido en paradero desconocido durante los  últimos dos años. -
Un nuevo silencio volvió a espesar la atmósfera mientras Ashley digería todas las insinuaciones…

- Lo que estás diciendo es que la última vez que se vio al terrorista fue en una base militar, y que no hay constancia de ello salvo por las palabras de un hombre que hoy está muerto … - Vandred asintió pausadamente, en su mirada se leía cierto reconocimiento. Su puro señaló el dispositivo de información, antes de acabar en el cenicero haciendo compañía a un buen montón de colillas. - Durante la desclasificación de los Messer muchas de las atrocidades del antiguo imperio pasaron a ser de dominio público, entre ellas documentación de antiguos experimentos e investigaciones para controlar y suprimir a las masas … herramientas de manipulación que parecen estar de nuevo de moda...

- ¿Fue eso lo que pensaron los contrabandistas antes de ser expulsados? -
-  La realidad Ashley, es que ni Renik ni John fueron expulsados del ejército. Desertaron para salvar la vida. Y la última confirmación de que algo huele a podrido en todo esto fue la resolución que tomó el apresurado consejo de guerra que se formó para atajar el problema, y que ya conoce. Lo normal hubiese sido aplicar la pena por deserción, pero eso implicaría una búsqueda oficial que podría haber levantado una investigación en toda regla. De ahí la expulsión. Confiaron en poder zanjar de manera personal ese asunto … y lo consiguieron.

Con desconfianza, Ashley estiró el brazo para agarrar el dispositivo que aún descansaba sobre la mesa. Jugueteaba con él entre los dedos mientras ponía en orden sus pensamientos.

- ¿Conoce el principio de la Navaja de Ockham? Fue planteado hace más de un milenio - añadió inmediatamente, con la intención de no parecer presuntuosa -. Plantea que la explicación más simple suele ser la más probable. - Se tomó unos segundos para estructurar la argumentación que estaba a punto de exponer, para que no resultase ofensiva.
- ¿Por qué debería de creer en el tipo de conspiración que me ha revelado por encima de aquello que es lo que parece más probable, y que la mayoría de privilegiados que aún podemos recordar lo sucedido creen: que John, por algún móvil desconocido, asesinó a su socio antes de perderse en el cosmos, literal o metafóricamente? - Observó a Vandred, y a través de su rostro meditabundo supo que no había encajado sus palabras como una ofensa.
- Porque ya lo sabe todo. Ya sabe hasta dónde le conduce su hipótesis, y la imposibilidad de responder a todas sus preguntas. Ahora mismo sus dudas son perfectamente legítimas, me hubiese preocupado que fuese de otra forma. Pero piensa que ya hay demasiadas piezas que no encajan en esa hipótesis. - Vandred se levantó de su silla y comenzó a ponerse la cazadora.

- Aún tengo preguntas … -
- Lo sé. Y tendrá algunas más cuando acabe por leer esa información. Volveremos a hablar si aún sigue interesada en llegar al fondo de este asunto. No me importa si decide ignorar todo lo que contiene ese dispositivo, pero no lo tome a la ligera, y sobre todo evite que nadie más tenga acceso a él -
Se dió la vuelta en dirección a la entrada para despedirse con la mano del otro individuo, que le devolvió el saludo con un cabeceo. Se volvió para mirar a Ashley durante unos segundos, como si quisiese añadir algo más, pero finalmente metió las manos en los bolsillos y se marchó.

Abrió la mano para observar en detalle el pequeño obsequio de Vandred, como si de esa forma adivinase lo que se ocultaba en su interior, pero no era más que un pequeño chip con carcasa de plástico donde se visualizaba el logo de una marca anodinamente conocida. Lo introdujo en su pad de datos para realizar un vistazo preliminar de su contenido,sin saber exactamente en qué debía poner primero su atención. Había documentos de toda clase, imágenes, informes oficiales, incluso la localización de una área militar en el planeta Helios IV. Casi sin dar crédito a lo que veía comenzó un lectura detallada de los documentos, comprobando con sorpresa que empezaba a creer la historia de Vandred. Inmersa como estaba, ni siquiera había escuchado los pasos aproximándose, hasta que el golpe de un vaso sobre la mesa la sobresaltó. Cuando levantó la vista vó el rostro del primer hombre en el que había reparado nada más entrar en la cantina, portaba una botella de whisky en la otra mano.

- Gracias, pero no bebo. - Haciendo caso omiso de sus palabras derramó el líquido ambarino en el recipiente y se lo acercó con precaución. Después se encogió de hombros.
- A lo mejor es un buen momento para empezar.


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